Con tanto fervor la amaba que preferí enviar a las miles de mariposas del trópico que ella concebía en mi vientre cada día y que con devoción crié, a un frío polar que las desbaste y pulverice.
Amaba el aletear de esas mariposas, yo las alimenté y protegí. Valen su libertad para elegir, valen mi libertad para ser.
R. R. Fernández
viernes, 26 de junio de 2009
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