Con tanto fervor la amaba que preferí enviar a las miles de mariposas del trópico que ella concebía en mi vientre cada día y que con devoción crié, a un frío polar que las desbaste y pulverice. Amaba el aletear de esas mariposas, yo las alimenté y protegí. Valen su libertad para elegir, valen mi libertad para ser. R. R. Fernández
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